“La última loncha del pan Bimbo”
Jorge Fernández, editor
Siempre me lo he preguntado, desde muy pequeñito cuando mi Mamá me ponía de merienda pan Bimbo con Nocilla, ¿Mamá, para qué sirve la última loncha? Treinta años después, la loncha sigue ahí. Por algo será.
Quién me iba a decir que con el paso de los años, esa loncha que para mí no tenía sentido, no me servía ni para comer con Nocilla, ni para el sándwich, ni siquiera para untar con mayonesa, con lo que a mí me gusta la mayonesa, sería tan importante y trascendental en mi vida.
Cuando ya había asimilado y entendido las explicaciones de mi madre del porqué esa loncha estaba ahí, me percato de que no sólo está en el paquete, sino también en el lugar de trabajo, pero transformada en ser humano.
¿Se ha encontrado usted alguna vez con un jefe, que ocupando un puesto de responsabilidad, teniendo que tomar decisiones que podrían ser beneficiosas para la empresa, para su empresa, para la suya, lo único que piensa es en su propio ombligo?
Que un ser humano se preocupe únicamente de su ombligo abarca mucho, pero ¿qué pasa si quieres que tu empresa funcione y decides hacerle ver a ese jefe que ésta o aquella Acción pueden ir en beneficio de la empresa? Como digo, si te encuentras con una persona que sólo mira su propio ombligo, lo menos importante para él o ella es lo que beneficie o no a la empresa. Lo importante para ese compañero o compañera es que la idea de llevar esa Acción a cabo no ha sido suya.
¿Qué haría usted si la idea es muy buena y está plenamente convencido que irá en beneficio de su empresa y por tanto en su propio beneficio?, siempre interesa que la empresa en la que uno trabaja vaya bien, ¿no? Muy sencillo, se lo comunico a mi jefe.
¿Pero si a su jefe lo único que le preocupa es su propio ombligo, no que la empresa vaya bien?
Después de años sin entender a este jefe he llegado a una conclusión:
¡No era mi jefe, era la última loncha del pan Bimbo!